Por Naomí / Imagen http://www.lanacion.com.ar/1688930-como-nos-duele-el-dolor-ajeno
u cuadrilla de policías se les había encomendado apresar a un
malevo de nombre Martín Fierro. Pero lo que también se cuenta en ese pasaje
clave de la célebre obra de José Hernández es que, cuando ya tenían a su presa
rodeada, gritó: "¡Cruz no consiente que se cometa el delito de matar ansi
un valiente!", y se puso a pelear junto a él. Es lógico que el lector se
pregunte qué se le habrá revelado en su interior que lo llevó a jugarse su
propio pellejo, a elegir en este "dilema moral", como dice Borges, su
destino de lobo y no de perro gregario. Quizá la primera respuesta a todo esto
lo da el mismo Cruz, algunas estrofas siguientes: "Sin ser una alma
bendita, me duelo del mal ajeno".
La moralidad
ha sido definida como un conjunto de costumbres y valores que son utilizados
por un grupo cultural para guiar la conducta social. Existe una larga tradición
filosófica que se ha dedicado a examinar críticamente el razonamiento y
comportamiento moral y la posibilidad de la existencia de valores universales.
Sin embargo, hasta hace muy poco se desconocían las bases neurobiológicas de la
actividad humana de valorar, de juzgar o de actuar moralmente. En las últimas
décadas, las neurociencias han comenzando a centrarse justamente en esto,
ofreciendo explicaciones científicas sobre las bases neurobiológicas de la
deliberación y del comportamiento social.
La moral es
un producto de las presiones evolutivas que han formado mecanismos cognitivos y
motivacionales sociales. Los primates no humanos tienen un amplio repertorio de
conductas sociales (el cuidado de sus compañeros o cierto sentido de justicia,
por ejemplo) que permiten interpretarlos como verdaderos precursores de la
moral humana. La evolución del área frontal del cerebro está íntimamente
relacionada con la aparición de moralidad humana.
Uno de los puntos centrales a tener en cuenta a partir de este
abordaje es cómo se relaciona la cognición moral con la emoción y cuáles son
sus sustratos neurales. Los resultados de múltiples estudios de neuroimágenes
funcionales e investigaciones en pacientes con sociopatía o lesiones en el
lóbulo frontal han mostrado que la cognición moral no se restringe a alguna
región particular del cerebro, sino que emerge de la interacción de varias
estructuras que conforman una red neural. Esta red la constituyen
principalmente el área frontal, el área temporal y la amígdala. La zona frontal
es un área del cerebro que, además de estar relacionada con la moralidad, se
relaciona con las emociones. De hecho, las emociones parecen tener un rol
crítico en el juicio moral. Por lo general, la mayor parte de nuestras
decisiones morales están relacionadas con nuestras emociones e intuiciones, y
es recién después de actuar cuando analizamos y explicamos racionalmente las
decisiones que tomamos.
Varias
investigaciones en pacientes con daño frontal han resaltado el rol de las
emociones en el juicio moral, al mostrar que los pacientes con lesiones en esta
región del cerebro generalmente presentan disminución de las respuestas
emocionales y de las emociones socialmente relevantes tales como la compasión,
la culpa y la vergüenza. La mayoría de estos trabajos han estudiado el juicio
moral mediante la resolución de dilemas morales. Uno de los dilemas más
comúnmente usados plantea la siguiente situación: "Usted está parado en un
puente sobre las vías de un tren. Allí, a sus espaldas, trabajan cinco
personas. El tren se acerca y esas personas van a ser arrolladas. Al lado suyo
hay un hombre corpulento. Si lo empuja, el tren lo aplastará a él, pero se
salvarán cinco vidas. ¿Lo empujaría?" En general, la respuesta a este
dilema en poblaciones de distintas culturas suele ser "no". Sin
embargo, entre las personas que tienen lesiones frontales suele haber una
proporción considerable de respuestas afirmativas.... SIGUE LEYENDO EN http://www.lanacion.com.ar/1688930-como-nos-duele-el-dolor-ajeno
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