Por Naomí / Imagen www.google.com
No son pocas, desafortunadamente, las ocasiones en las
que una publicación científica se mal interpreta, ya sea sin querer o bien de
forma intencionada, a la hora de ser transmitida. Esta circunstancia se da con
mayor frecuencia cuando hablamos de temas que atañen a mucha gente (política,
religión, fútbol, etc), de temas controvertidos (me valen los mismos ejemplos
anteriores) o alrededor de prohibiciones con las que no todo el mundo está de
acuerdo (aquí ya si pongo el ejemplo de las drogas).
Si hablamos sobre el cannabis, más popularmente denominado
como maría, se dan todas estas circunstancias por ser un tema controvertido entorno
al cual hay prohibiciones expresas y hay gente tanto a favor como en contra de
su uso (sea cual fuere).
Hace poco me llegó el
siguiente enlace , cuyo titular dice
“Las células del cáncer mueren tras ser expuestas al tetrahidocannabinol
(THC)”. En principio la noticia así expuesta no es falsa, pero de cómo se siga
la explicación depende que se haga una mala interpretación de los resultados
científicos obtenidos.
La planta y sus compuestos
Cannabis sativa, cáñamo, marihuana, marijuana o maría es una
especie herbácea de la familia de la Cannabiaceae (igual
que el lúpulo -Humulus lupulus- que
se usa en la elaboración de cervezas). De origen asiático, los seres humanos la
hemos cultivado desde hace siglos como fuente de fibra textil, aceite de
semillas y alimento (casi siempre de variedades con bajo contenido en THC).
Pero también se ha utilizado como planta medicinal, psicotrópico o como
herramienta espiritual.
Aunque la principal substancia
psicoactiva del cannabis es el ∆-9-tetrahidrocannabinol o THC, las plantas de
esta familia contienen decenas de otros compuestos que pueden tener propiedades
activas en nuestro cuerpo (aunque la mayoría no son psicoactivos) como el
cannabidiol, cannabinol, tetrahicrocannabivarina, cannabigerol, cannabiciclol,
cannabidivarina, cannabigerol monoetil éter, etc. Por eso no es correcto decir
que el principal compuesto activo del cannabis es el THC si nos queremos
referir a estudios terapéuticos porque, simplemente, no lo sabemos.
Existen en la actualidad
multitud de estudios respecto de la actividad de estos compuestos y su
potencial uso en clínica (no solo de la planta de cannabis sino de miles de
plantas de otras especies tan comunes como el tomillo o el perejil).
Pero me gustaría que nos
centremos en el artículo que enlazaba arriba y en concreto en las publicaciones
de la Dra. Cristina Sánchez, mencionada (que no citada) en dicho
artículo.
La investigación real
Como me parecían poco creíbles
las capacidades curativas prodigiosas que se comentan con frases como “¿Qué
pensarán las futuras generaciones al saber que la marihuana estuvo legalmente
prohibida por muchos años a sabiendas de que posee efectos cuasi mágicos en la
mente y en el cuerpo humano?”, me puse directamente en contacto con la autora
para que me enviase la bibliografía que en el artículo está ausente y me diese
su opinión al respecto.
La doctora Cristina
Sánchez es una investigadora súper maja del Departamento de Bioquímica y
Biología Molecular I de la Facultad de Biología en la Universidad
Complutense de Madrid. Me contestó enseguida y me agradeció el interés
mostrado en saber cómo son las cosas realmente (os recomiendo encarecidamente
que si tenéis interés en algo, escribáis a los autores y expertos que en la
mayoría de ocasiones estamos encantados de contestar y explicar bien nuestro
trabajo y nuestros correos institucionales son públicos).
Lo primero que me dijo es que
de momento nadie ha demostrado que en pacientes humanos el THC y otros
cannabinoides maten células tumorales. Esto se está haciendo de momento en
cultivos celulares (lo que se denominan cultivos in vitro) y en
animales de experimentación. Así que decir que “los cannabinoides de la
marihuana inhiben el desarrollo del cáncer, lo que se traduce en un tratamiento
alternativo no agresivo (y eficaz) para el enfermo” es no solo una imprecisión
sino una irresponsabilidad.
El objetivo de la Dra. Sánchez
y su grupo es “seguir aportando evidencia preclínica sólida a la comunidad
médica para que se prueben estos compuestos en humanos para el tratamiento del
cáncer, pero la realidad es que, a día de hoy, esto no se ha probado y por
tanto ni yo ni nadie puede hacer una afirmación como la anterior”.